sábado, 23 de enero de 2010

No estamos preparados

Cuando una mujer va a ser madre, puede pasar por distintas etapas, todas ellas influenciadas por el momento que esté viviendo, puede ser miedo, pena, alegría, etc. Pero hay amor, y es ahí, cuando sabes que comienza la conexión con este ser que comienza a crecer dentro de ti, te das cuenta que su vida depende de ti, es frágil pero tú, lo proteges. Estas preparada para ser madre, para dar vida a un pequeño ser indefenso, que dependerá de ti para vivir, y tú crees que eso será por siempre. Cuando nace lo miras con tal orgullo y emoción que sientes que tu corazón va a estallar de júbilo y sabes que comienza un largo camino, con penas y alegrías pero esperas estar junto a él siempre, le das de comer, lo vistes, lo bañas, lo peinas y perfumas, con el mayor cuidado posible, ese pequeño ser se ha vuelto tu vida, lo acaricias lo amas, le enseñas a caminar y a hablar, le enseñas a ir al baño, a amarrarse los cordones de los zapatos, lo llevas al jardín, al colegio, le enseñas a leer, a sumar y restar, le enseñas principios y valores, le muestras lo bueno y malo de la vida, lo ves crecer, como va dejando su fragilidad, pero tú, sólo ves al bebe del ayer.


Los padres saben que algún día tendrán que partir, saben que sus hijos también lo harán, son mortales, todos llegamos a eso, ellos están preparados para cuando un hijo se va de casa, o decide formar su familia, sin embargo, ningún padre está preparado para que un hijo parta antes que él. Es un dolor tan grande, tan profundo, una cruz que cargas de por vida, porque ese dolor no se olvida, simplemente con el paso del tiempo aprendes a vivir con él, como un cáncer que te va comiendo, que sabes que esta ahí, pero, vives con él, y tienes que ponerte de pie, ante esta gran caída, ante este gran golpe que ha recibido tú corazón, no estas dispuesto a entregar a este hijo a manos de Dios, nació de ti y no entiendes como te lo arrebataron de tus entrañas así, sientes que la tierra se abre a tus pies, caes a un pozo sin fin, la vida continúa para los demás, y no lo entiendes, como pueden seguir de pie, si lo más bello que la vida te ha regalado te lo ha quitado, ya no escucharas sus penas ni alegrías, ni cuando llore o ria.


Ver a una madre llorar por su hijo es lo más doloroso, sobre todo si fue el hijo quien decidió acabar con su vida, claramente la decisión no se entiende, pero debe ser respetada y no juzgada, porque nadie sabe lo que pasó por su cabeza, nadie sabe que lo cegó y lo hizo tomar una decisión de ese calibre, pensemos que fue valiente, que en el momento que se suicidó Dios lo perdonó por su error y los nuestros… Siempre me dijeron que Dios es Amor, que es un padre misericordioso, estoy segura de que el tendrá misericordia de su alma, que en estos momentos que estoy escribiendo los ángeles ya lo llevaron a ese hermoso y desconocido lugar, junto al eterno amor de Dios.
Ahora sólo queda orar por la familia que esta en la tierra, por sus padres, sus hermanos, sus familiares, y amigos, por quienes recordaran su dulce mirada y su bella sonrisa…







“Santa María, Madre de Dios ruega por él y por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”


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